Me di cuenta de que no puedo dejar de escribir. Es más fuerte que yo. Una quiere llegar rápido a su casa después de un día movidito; va a la estación de subte, se come la fila para sacar el subtepass y cuando baja la escalera para ir al andén se da cuenta de que hay más gente que los demás días.
Después de esperar un rato, por fin viene el subte. Al ver que viene lleno y hay mucha gente que quiere subir, dice: "este lo dejo pasar, me subo al otro que voy a viajar mejor". Pero cuando viene el otro se da cuenta de que está peor y empiezan a venirle recuerdos de aquellas imágenes que mostraba el noticiero donde los guardias de los trenes en China debían hacer presión sobre los pasajeros para que puedan viajar. O por qué no también, la imagen de aquel calco pegado en los transportes públicos con la insignia: "viajecomoelorto.com". Aunque eso no es todo; también empieza a recordar uno por uno los últimos jefes de gobierno porteño y aún más a sus madres.
Sin saber qué más hacer, empieza a pensar en positivo: "es una estación, el malón baja en Pueyrredón", y ve que el que está colgado arriba del maquinista tiene que bajar justo por la puerta en la que ella está parada. Con el poco espacio que hay debe moverse entre el resto de los pasajeros, pero ojo! "ese gordito tiene cara de pajero", así que la colita mejor para el otro lado.
Al no saber qué más hacer, empieza a pensar en otra cosa, se pone a hablar con su compañera de viaje, a respirar hondo esa mezcla de olores que convive dentro del vagón y con el último suspiro anuncia que terminó su suplicio. Llegamos a Malabia!
http://www.youtube.com/watch?v=qfZOtljfwM0
Después de esperar un rato, por fin viene el subte. Al ver que viene lleno y hay mucha gente que quiere subir, dice: "este lo dejo pasar, me subo al otro que voy a viajar mejor". Pero cuando viene el otro se da cuenta de que está peor y empiezan a venirle recuerdos de aquellas imágenes que mostraba el noticiero donde los guardias de los trenes en China debían hacer presión sobre los pasajeros para que puedan viajar. O por qué no también, la imagen de aquel calco pegado en los transportes públicos con la insignia: "viajecomoelorto.com". Aunque eso no es todo; también empieza a recordar uno por uno los últimos jefes de gobierno porteño y aún más a sus madres.
Sin saber qué más hacer, empieza a pensar en positivo: "es una estación, el malón baja en Pueyrredón", y ve que el que está colgado arriba del maquinista tiene que bajar justo por la puerta en la que ella está parada. Con el poco espacio que hay debe moverse entre el resto de los pasajeros, pero ojo! "ese gordito tiene cara de pajero", así que la colita mejor para el otro lado.
Al no saber qué más hacer, empieza a pensar en otra cosa, se pone a hablar con su compañera de viaje, a respirar hondo esa mezcla de olores que convive dentro del vagón y con el último suspiro anuncia que terminó su suplicio. Llegamos a Malabia!
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